La vida de las empresas y de los mercados es siempre más compleja de lo que pudiera parecer a primera vista. Es cierto que durante el primer semestre del año se han agudizado algunos problemas que veníamos arrastrando, como el de la inflación, y han aparecido otros nuevos, como la guerra en Ucrania o la huelga del transporte en marzo. Pero también es cierto que había otros indicadores que han aguantado el tipo relativamente bien, en algunos casos incluso muy bien. Si nos fijamos en la tasa de desempleo a finales de junio o julio, por ejemplo, comprobamos que había más gente trabajando esos meses que el último antes de la pandemia, en febrero de 2020.

La reducción del paro en el primer semestre ha estado acompañada, además, de un importante incremento de la movilidad en el transporte por carretera. De hecho, las cifras tanto para turismo como para vehículo industrial de desplazamientos por carretera son ya bastante mejores de las que teníamos justo antes de la pandemia. En Semana Santa, se batieron récords. Y parece que la DGT espera que ocurra lo mismo en la Operación Salida de las vacaciones de verano cuando finalice septiembre. De momento, en julio también se han batido récords. A mayor movilidad, a más desplazamientos por carretera y con más gente que sale del paro, más mantenimientos, tanto preventivos como correctivos. Si a ese dato le sumamos que poco a poco las ITVs han ido recibiendo la visita de los que retrasaron su paso por ellas con motivo de las restricciones a la movilidad durante la pandemia, y no pocos vehículos han tenido que pasar por el taller desde enero hasta ahora para aprobar la ITV, tenemos una explicación más que razonable al sostenimiento y en muchos casos dinamismo de la actividad del perfil tipo del taller español durante el primer semestre. Cierto es que para un parque de vehículos muy entrado en años al que no se presta la atención y el cuidado que a uno más joven, aunque se debería. Pero, también, con el viento de cola de todo el ahorro acumulado por las familias españolas en 2020 y parte de 2021, cuando las restricciones a la movilidad redujeron el consumo. Después…. llegó la crisis de los microchips, la ausencia de vehículo nuevo para comprar y esa bolsa de ahorro, según dicen los expertos está haciendo que muchos españoles se peguen -y paguen- las vacaciones de verano de su vida.

Hay cliente y cliente que quiere, o necesita, mantener y reparar su coche. Otra cosa es que lo haga en un contexto de mucha incertidumbre. Tenemos, pues, dificultades con la inflación, un cierto dinamismo de la demanda y numerosas incertidumbres. La guerra, la crisis energética… todo parece indicar que la economía europea y españolas se desacelerarán en el segundo semestre, pero, incluso en ese escenario, los expertos apuntan a que nuestra economía se comportará mejor que la de los países de nuestro entorno. ¿Cuánto mejor? ¿Cómo en el primer semestre? Nadie lo sabe a ciencia cierta. De manera que cuadrar ese circulo de satisfacer la imprevisible demanda de servicios de mantenimiento y reparación por parte del mercado en medio de tanta inestabilidad geopolítica y energética requiere de una gestión más eficiente que nunca. De una gestión orientada a satisfacer las necesidades del cliente, con el aporte de valor en materia de calidad, servicio y precio que carateriza al taller eficiente y rentable, que le diferencia y que tanto valora el mercado,  sin perder de vista nunca la obtención de un margen adecuado. Hay que ser más gestores que nunca.
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