Además de realizar las revisiones periódicas y llevar al día el mantenimiento básico del vehículo, resulta de vital importancia y un acto de responsabilidad del propio conductor.
En principio existen dos cuestiones que no se deben eludir nunca: las revisiones que recomienda el fabricante del propio vehículo y la normativa legal, a través de la Inspección Técnica de Vehículos. A ello, además, hemos de añadir un chequeo cada vez que vayamos a realizar un viaje con nuestro vehículo.
Es de suma importancia es comprobar el estado de las ruedas. Unos neumáticos sin la presión oportuna nos harán consumir mucho más combustible y si además están desgastados, estaremos poniendo en peligro nuestra seguridad y la de los demás.
Hay que vigilar también, que todas las luces funcionen correctamente, incluso las indicadoras de marcha atrás, frenado e intermitencia. Si no es así, deberás ir rápidamente al taller y ponerle solución.
Hacer una revisión básica tampoco es muy difícil y podemos realizarla nosotros mismos. La iniciaremos siempre con el motor parado y el coche en frío. Comprobaremos el nivel de aceite, que esté limpio y se encuentre entre las marcas o muescas que recomienda el fabricante en la propia varilla de aceite. Lo mismo haremos con los niveles de agua, tanto para el sistema de refrigeración del radiador, como para los limpiaparabrisas.
No olvides que mantener el coche a punto debe ser algo esencial por varias razones, tales como la economía (ya que un coche que funciona bien consume menos), factores medioambientales (un coche en condiciones óptimas emite menos CO2) y sobretodo de seguridad (una buena puesta a punto puede evitar accidentes).