No hace falta que expliquemos la importancia de que el sistema de frenado de un vehículo esté en perfectas condiciones. Cambiar la pastillas de freno o los discos es una tarea que debemos realizar a la mínima señal de que sea necesario.

Las pastillas de freno están dentro de las pinzas de freno, y son las piezas que friccionan con el disco de freno para detener el vehículo. Básicamente, evita que el disco y la pinza se erosionen al frenar; por lo que cambiarlas a tiempo evita que acabemos cambiando una pieza más delicada y cara del vehículos (aparte de afectar a la frenada, con el riesgo correspondiente).

¿Cuándo cambiar las pastillas? Depende de cómo usemos el freno del coche. Si somos agresivos con él o no, de si conducimos en ciudad (más frenadas) o carretera (menos), etc… Lo ideal es comprobarlo visualmente. Si la pastilla de freno apenas tiene ya unos milímetros de grosor (unos 3-5) ha llegado la hora de cambiarlas.
Esto ocurre, como cifra genérica alrededor de los 60.000 km (las delanteras) o 120.000 (las traseras).

Pero hay algunas señales que no debemos de pasar por alto, y que pueden indicarnos que las pastillas necesitan un cambio:

-Que el coche no frene como antes. Puede que lo haga peor, o puede que sea mejor. Pero la clave es que obtienes una respuesta diferente a la que estabas acostumbrado al pisar el pedal.

-Ruidos y vibraciones. Pueden ser señal de un desgaste de la pastilla, no necesariamente regular. Cuidado con eso, puede que veas una zona de la pastilla que esté menos desgastada que otra. Compruébalas bien.

-Vigila el salpicadero. La mayoría de coches modernos te avisan cuando las pastillas están demasiado gastadas con algún piloto.

Si has notado algunos de estos indicadores, es el momento de cambiar las pastillas de freno con un profesional (en Yonder Auto, por cierto, os ofrecemos una oferta para ello).

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